Su vida
El primero de los gnósticos
alejandrinos; era natural de Alejandría y floreció bajo el gobierno de los
emperadores Adriano y Antonino Pío, alrededor de 120-140 d.C. Eusebio y Teodoreto afirman que
era alejandrino de nacimiento; de cara a cuya declaración, es poco probable la
de San Epifanio, quien dice que fue un discípulo de Menandro en Antioquía, y
sólo más tarde se trasladó a Alejandría.
De su vida no sabemos nada,
excepto que tenía un hijo llamado Isidoro, el cual siguió sus pasos. Basílides hablaba de los Profetas
Barcabas y Barcof, e identificaba como sus maestros a Matías y
Glaucias, un discípulo de Pedro.
Matias Apostol
Su sistema
Como no quedan prácticamente
ninguno de los escritos de Basílides y como no tenemos testigos contemporáneos
gnósticos, hay que recoger la enseñanza de este Patriarca del gnosticismo de
las siguientes fuentes primitivas:
- Ireneo, "Contra Haereses ", I, XXIV, escrito alrededor de 170.
- Clemente de Alejandría, "Stromata", 1.21, 11.6, 8, 20, IV.11, 12, 25, V.I, etc., (208 – 210).
- Excerpta ex Theodoto
- Hipólito de Roma, "Philosophumena", VII, escrito alrededor de 225;
- Pseudo-Tertuliano, "Contra todas las herejías", un pequeño tratado usualmente adjuntado a la "De Praescriptionibus" de Tertuliano, pero en realidad de otra mano, tal vez de Victorino de Pettau, escrito alrededor de 240 y basado en un “Compendium” no existente de Hipólito;
- Restos artísticos del gnosticismo tales como las gemas Abrasax, y restos literarios como la Pistis Sophia, cuya última parte probablemente se remonta a finales del siglo II y, aunque no estrictamente Basilidiana, pero ilustra el gnosticismo alejandrino temprano.
- Fuentes posteriores son Epifanio, "Adv. Haer.", XXIV, y Teodoreto, "Haer. Fab. Comp.", I, IV.
Lamentablemente, las
descripciones del sistema de Basílides dadas por nuestros principales
informantes, Ireneo e Hipólito, son tan fuertemente divergentes que muchos las
consideran totalmente irreconciliables. Según Ireneo, Basílides era al
parecer un dualista y emanacionista, y de acuerdo a Hipólito, un evolucionista
panteísta.
Visto desde el punto de vista de Ireneo, Basílides enseñó que nous (mente) fue el primero del Padre por nacer; a partir de nous nació logos (razón); de logos, phronesis (prudencia); de phronesis, sophia (sabiduría) y dynamis (fuerza), y de phronesis y dynamis las virtudes, principados y arcángeles.
El cielo fue hecho por estas
huestes angelicales, sus descendientes hicieron el segundo cielo, y los
descendientes de éstos, el tercero, y así sucesivamente hasta llegar al número
365. Por lo tanto el año tiene tantos días como hay cielos. Los ángeles, que
sostienen el cielo visible o último, realizaron todas las cosas que están en el
mundo y se repartieron entre ellos la tierra y las naciones sobre ella.
El mayor de estos ángeles es el
que se cree que es el Dios de los judíos. Y como él quería hacer de las otras
naciones súbditas a la que era especialmente suya, los principados angélicos le
presentaron la máxima resistencia; de ahí la aversión de todos los demás
pueblos por dicha raza.
El Padre por nacer y sin nombre,
al ver su miserable situación, envió a su primogénito, Nous (y éste es el que
es llamado Cristo) para liberar a aquellos que creerían en él desde el poder de
los organismos angélicos que habían construido el mundo.
Para los hombres Cristo parecía
ser un hombre y haber realizado milagros. Sin embargo, no fue Cristo quien
sufrió, sino Simón de Cirene, quien se vio obligado a llevar la Cruz por él, y
fue crucificado por error en lugar de Cristo.
Al haber recibido Simón la forma
de Jesús, y Jesús asumió la de Simón y se quedó allí y se rió de ellos. Simón
fue crucificado y Jesús volvió a su Padre. A través de la gnosis (conocimiento)
de Cristo las almas de los hombres se salvan, pero sus cuerpos perecen.
Por Epifanio y Pseudo-Tertuliano
podemos completar la descripción de esta manera: el dios supremo, es decir, el
Padre por nacer, lleva el nombre místico Abrasax, como origen de los 365
cielos.
Los ángeles que hicieron el mundo lo formaron a partir de la materia eterna; pero la materia es el principio de todo mal, y de ahí el desprecio de los gnósticos por ella y su cristología docética. Someterse al martirio con el fin de confesar el Crucificado es inútil, ya que es morir por Simón de Cirene, no por Cristo.
Los ángeles que hicieron el mundo lo formaron a partir de la materia eterna; pero la materia es el principio de todo mal, y de ahí el desprecio de los gnósticos por ella y su cristología docética. Someterse al martirio con el fin de confesar el Crucificado es inútil, ya que es morir por Simón de Cirene, no por Cristo.
Hipólito describe la doctrina de
Basílides como sigue: Hubo un tiempo
cuando no existía nada, ni materia ni forma, ni accidente; ni lo simple ni lo
compuesto, ni lo incognoscible ni lo invisible, ni el hombre ni ángel, ni dios,
ni ninguna de esas cosas, que son llamadas por nombres o percibidas por la
mente o los sentidos. El Dios No-Ser (ouk en theos), que Aristóteles llama el
pensamiento del pensamiento (noesis tes noeseos), sin conciencia, sin
percepción, sin propósito, sin objetivo, sin pasión, sin deseo, tuvo la
voluntad de crear el mundo. Digo «tuvo la voluntad, continúa Hipólito, "sólo a modo de hablar, porque en
realidad no tenía ni voluntad, ni ideas ni percepciones; y por la palabra
‘mundo’ no me refiero a este mundo real, que es el resultado de la extensión y
la división, sino más bien la semilla del mundo. La semilla del mundo contenida en sí misma, como un grano de mostaza,
todas las cosas que finalmente evolucionan, como las raíces, las ramas, las
hojas surgen de la semilla del maíz."
Por extraño que parezca esta
semilla-mundo o toda-semilla (panspermia) sigue siendo descrita como el no ser.
Es una frase de Basílides: "Dios es el no ser, incluso él, que hizo el
mundo de lo que no era; no-ser hizo a no-ser."
Basílides rechazó claramente
tanto la emanación como la eternidad de la materia.
"¿Qué necesidad hay", dijo, de la emanación o por qué aceptar ‘Hyle’ la materia], como si
Dios hubiese creado el mundo como la araña teje su hilo o como un hombre mortal
moldea el metal o la madera. Dios habló y todo fue; lo cual Moisés expresa así: sea la luz y fue la luz. Esta frase tiene un tono cristiano, pero no
debemos olvidar que para Basílides Dios era la negación absoluta. No pudo encontrar palabras
suficientes para poner de manifiesto la absoluta inexistencia de Dios; Dios no
es ni siquiera el "indecible" (arreton), simplemente no es. De ahí la la denominación popular
de oukontiani para la gente que siempre hablaban de Oukon, No-Ser.
La dificultad radica en la colocación de la transición real del No-Ser al Ser. Se suponía que probablemente consistiese en la sperma o semilla, que en un aspecto era No-Ser, y en el otro, la toda-semilla del mundo múltiple. La panspermia contenía en sí misma una triple filiación, Hyiotes (uiotes): un compuesto de elementos refinados, Leptomeres (leptomeres), un segundo de elementos más toscos, Paquimeres (pachumeres), y un tercero que necesitaba purificación, Apokatharseos deomenon (apokatharseos deomenon).
La dificultad radica en la colocación de la transición real del No-Ser al Ser. Se suponía que probablemente consistiese en la sperma o semilla, que en un aspecto era No-Ser, y en el otro, la toda-semilla del mundo múltiple. La panspermia contenía en sí misma una triple filiación, Hyiotes (uiotes): un compuesto de elementos refinados, Leptomeres (leptomeres), un segundo de elementos más toscos, Paquimeres (pachumeres), y un tercero que necesitaba purificación, Apokatharseos deomenon (apokatharseos deomenon).
Estas tres filiaciones a la larga
llegan al Dios No-Ser, pero cada una le llega de una manera diferente. La
primera filiación se levantó de inmediato y voló con la rapidez del pensamiento
al Dios No-Ser. La segunda, que permanecía todavía en la panspermia, quiso
imitar a la primera filiación y elevarse; pero al ser tan burda y pesada,
fracasó. Tras lo cual la segunda filiación toma alas para sí misma, que son el
Espíritu Santo, y con esta ayuda casi llega hasta el Dios No-Ser. Pero cuando
se acerca, el Espíritu Santo, que es de una sustancia diferente a la de la
segunda filiación, no puede ir más lejos, pero conduce a la segunda filiación
cerca de la primera filiación y se marcha. Sin embargo, no vuelve vacío, sino
que como una vasija llena de ungüento, retiene el dulce olor de filiación; y se
convierte en el “Espíritu Fronterizo” (methorion pneuma), entre lo supramundano
y lo mundano donde todavía permanece la tercera filiación en la panspermia.
Ahora surgió allí de la panspermia el gran arconte, o gobernante, el cual
corrió hacia arriba hasta llegar al firmamento, y pensando que no había nada
más allá, y sin conocer a la tercera filiación, todavía contenida en la
panspermia, se creyó señor y maestro de todas las cosas. Se creó para sí mismo
un hijo a partir del cúmulo de la panspermia; ese era Cristo, y al quedar
sorprendido por la belleza de su hijo, que era mayor que su Padre, lo hizo
sentar a su diestra; y con él creó los cielos etéreos, que llegan hasta la
Luna. El ámbito donde el gran arconte gobierna, es decir, el cielo más alto,
cuyo límite inferior es el plano donde la luna gira, se llama la ogdóada.
El mismo proceso se repite y
tenemos un segundo arconte y su Hijo y la esfera donde gobierna es la
hebdómada, debajo de la ogdóada. Por último, la tercera filiación debe ser
elevada al Dios No-Ser, lo cual se llevó a cabo a través del Evangelio. El
arconte de la ogdóada había reinado desde Adán hasta Moisés ( Rom. 5,14); el
arconte de la hebdómada había reinado desde Moisés y los profetas, o Dios de
los judíos. Ahora en el tercer período el Evangelio debe reinar. Este Evangelio
se dio a conocer por primera vez a partir de la primera filiación por medio del
Espíritu Santo al hijo del arconte de la ogdóada; el Hijo le contó a su padre,
quien se quedó atónito y temblaba, y reconoció su orgullo de creerse la deidad
suprema. El hijo del arconte de la ogdóada le dice al hijo del arconte de la
hebdómada, y de nuevo le dice a su padre.
Así, ambas esferas, incluidos los
365 cielos y su arconte principal, Abrasax, conocen la verdad. Este
conocimiento es ahora transmitido a través de la hebdómada a Jesús, el Hijo de
María, que a través de su vida y muerte redimió a la tercera filiación, es
decir: lo que es material debe volver al caos, lo que es psíquico a la
hebdómada, lo que es espiritual el Dios No-Ser. Cuando la tercera filiación es
así redimida, el Dios Supremo derrama una feliz ignorancia sobre todo lo que es
y que lo seguirá siendo para siempre. Esto se llama "la restauración de
todas las cosas".
Clemente de Alejandría nos brinda
unos pocos vislumbres del lado ético del sistema. Nominalmente, la fe fue hecha
el comienzo de la vida espiritual; sin embargo, no fue una sumisión libre del
intelecto, sino un mero don natural del entendimiento (gnosis) concedido al
alma antes de su unión con el cuerpo y que algunos poseen y otros no. Pero si
la fe es sólo una cualidad natural de algunas mentes, qué necesidad hay de un
Salvador, pregunta Clemente; y Basílides respondería que la fe es una fuerza
latente que sólo manifiesta su energía a través de la venida del Salvador, como
un rayo de luz enciende la nafta. El pecado no fue el resultado del abuso del
libre albedrío, sino simplemente el resultado de un principio malo innato. Todo
sufrimiento es un castigo por el pecado; aun cuando un niño sufre, este es el
castigo de su propio pecado, es decir, el principio del mal latente en su
interior; es inmaterial el que este principio que mora dentro no haya tenido
oportunidad de manifestarse. Las persecuciones sufridas por los cristianos
tenían como único objeto el castigo de sus pecados.
Toda la naturaleza humana fue así
viciada por lo pecaminoso; cuando se le presionó fuertemente Basílides incluso
llamó a Cristo un hombre pecador, pues sólo Dios es justo. Visto de otro modo,
el mal era una especie de excrecencia en el alma racional, el resultado de una
perturbación y confusión inicial.
Escritos
Casi todos los escritos de
Basílides han perecido, pero nos han llegado los nombres de tres de sus obras y
algunos fragmentos.
- Un Evangelio según Basílides.
- Un Comentario al Evangelio en veinticuatro libros. (Clemente de Alejandría lo llama “Exegetica”; la Acta Archelai et Manetis, “Tractatus”.) Fragmentos de este comentario nos han llegado (en Stromata, IV, 12-81, ss.; Acta Arch., LV, probablemente también en Orígenes, Comentario sobre Romanos 5,i).
- Himnos. Orígenes en una nota sobre Job 21,1 ss., Habla de "Odas" de Basílides; y el llamado Canon Muratorio, que contiene una lista de los libros canónicos y no canónicos (170 más o menos) termina con las palabras: etiam novu psalmorum librum marcioni conscripserunt una cum Basilide assianum catafrycum constitutorem. Esta frase, a pesar de su oscuridad, respalda la declaración de Orígenes. Para una colección de fragmentos basilidianos vea Hilgenfeld, "Ketzergeschichte des Urchrist" (Leipzig, 1884), 207, 213.
Escuela
Basílides nunca formó una escuela
de discípulos, que modificaran o añadieran a las doctrinas de su líder. Su hijo
Isidoro es el único que elaboró el sistema de su padre, especialmente en el
lado antropológico. Escribió una obra sobre la
"Psyche Prosphyes" (peri psuches prosphuous), o Apéndice-Alma; y otra
obra, titulada "Ética" de Clemente, y "Paraenetics" de
Epifanio; y al menos dos libros de "Comentarios sobre el Profeta Parchor.”
El basilidianismo sobrevivió hasta el final del siglo IV, pues Epifanio sabía de basilidianos que vivían en el delta del Nilo. Sin embargo, se limitó casi exclusivamente a Egipto.
De las costumbres de los basilidianos sólo sabemos que eso Basílides les ordenaba a sus seguidores, como Pitágoras, un silencio de cinco años; que celebraban el aniversario del Bautismo de Jesús como un día de fiesta y que pasaban la víspera de ella en la lectura; que su maestro les decía que no tuviesen escrúpulos de comer cosas ofrecidas a los ídolos; que llevaban amuletos con la palabra Abrasax y figuras simbólicas grabadas en ellos, y, entre otras cosas, que creían que poseían propiedades curativas.
El basilidianismo sobrevivió hasta el final del siglo IV, pues Epifanio sabía de basilidianos que vivían en el delta del Nilo. Sin embargo, se limitó casi exclusivamente a Egipto.
De las costumbres de los basilidianos sólo sabemos que eso Basílides les ordenaba a sus seguidores, como Pitágoras, un silencio de cinco años; que celebraban el aniversario del Bautismo de Jesús como un día de fiesta y que pasaban la víspera de ella en la lectura; que su maestro les decía que no tuviesen escrúpulos de comer cosas ofrecidas a los ídolos; que llevaban amuletos con la palabra Abrasax y figuras simbólicas grabadas en ellos, y, entre otras cosas, que creían que poseían propiedades curativas.
Tomado de: https://ec.aciprensa.com/wiki/Bas%C3%ADlides
LVX
03/12/2019
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